México podría ser una potencia en gas, pero aún se encuentra lejos de lograrlo. Actualmente, somos uno de los seis países con mayores reservas naturales de ese combustible, de acuerdo con la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH); sin embargo, el consumo nacional depende en más de 60% de las importaciones del mismo.
Tales importaciones provienen de un solo país (Estados Unidos), lo cual representa una dependencia riesgosa para nosotros. Por si fuera poco, en el territorio nacional no existe la capacidad de almacenamiento suficiente para concentrar las cantidades producto necesarias ante una posible situación de emergencia energética.
Esas son, de manera esencial, las razones por las que resulta importante desarrollar una mayor infraestructura que permita hacer frente a contingencias en la industria gasífera, ya sea que éstas ocurran en México o en la Unión Americana.
Específicamente nos referimos al almacenamiento de gas, que consiste en depositar y resguardar este combustible en instalaciones confinadas, que pueden ubicarse en la superficie terrestre, en el mar o incluso en el subsuelo, y que ayuda a fortalecer la seguridad energética del país.
A la fecha, México cuenta con tres terminales de almacenamiento y regasificación1, pero únicamente para gas natural licuado (líquido), ubicadas en las ciudades de Ensenada (Baja California), Manzanillo (Colima) y Altamira (Tamaulipas). Juntas suman una capacidad instalada de regasificación de 2 mil 290 millones de pies cúbicos por día (MMpcd) y una capacidad de almacenamiento de 920 mil metros cúbicos, cifras que distan mucho de las de otros países líderes en la materia y de la meta establecida por el gobierno federal.
De acuerdo con el Centro Nacional de Control de Gas Natural (Cenagas), la capacidad de almacenamiento de gas que hasta el momento se tiene en el país cubre apenas 1.5 días del consumo nacional. En tanto, en países como Holanda y Alemania, el inventario alcanza 151 y 100 días, respectivamente, según un estudio de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Petroleros (Amespac), el Consejo Mexicano de Energía (Comener) y La Barra Mexicana, Colegio de Abogados.
La capacidad de almacenamiento de gas que hasta el momento se tiene en el país cubre apenas 1.5 días del consumo nacional. Mejorar el almacenamiento, ¿cómo?
La Política Pública en materia de Almacenamiento de Gas Natural (PPAGN), anunciada en marzo de 2018, obliga a que el Centro Nacional de Control de Gas Natural (Cenagas) cuente, en 2022, con inventarios capaces de cubrir una demanda mínima de tres días de consumo nacional, lo que equivale a alrededor de 28 mil MMpcd, tomando en cuenta que para entonces se tiene proyectada una demanda diaria de 8 mil 690 MMpcd.
Para 2029, el inventario deberá cubrir al menos cinco días, con 45 mil MMpcd, suficientes para solventar una demanda calculada de 9 mil 612 MMpcd.
Para alcanzar estas metas, y con ello garantizar el desarrollo eficiente del Sistema de Transporte y Almacenamiento Nacional Integrado de Gas Natural (Sistrangas), se trabaja en tres proyectos de infraestructura gasífera. Uno de ellos es el de la planta de almacenamiento en dos cavernas salinas ubicadas en Shapala Veracruz, con una capacidad de hasta 5 mil MMpcd de gas natural.
Otro proyecto es el de Coyame del Sotol, en Chihuahua, cuyos estudios de factibilidad económica y técnica se encuentran a cargo del Centro de Almacenamiento de Energía de ese estado. Y, en tercer lugar, el campo Jaf, en Veracruz, un yacimiento declarado económicamente inviable para la producción de hidrocarburos, que serviría para resguardar al menos 10 mil MMpcd bajo tierra.
Es importante señalar que los tipos de almacenamiento de gas natural varían, dependiendo de sus usos y de sus características físico-técnico-económicas.
En cuanto a sus usos, pueden dividirse en estratégicos (inventarios fijos determinados por el Estado y solo utilizados bajo autorización expresa), operativos (solucionan problemas diarios de suministro y son administrados por el Cenagas) y comerciales (creados para la participación de la iniciativa privada, con el objetivo de minimizar riesgos y volatilidades del mercado).
Por otra parte, debido a que la mayoría de las instalaciones para almacenaje de gas son habilitadas en espacios naturales que facilitan una constante extracción y reinyección de este combustible, figuran tres modelos principales de almacenamiento basados en sus características geológicas: los domos o cavernas salinas, los yacimientos económicamente inviables para la extracción de hidrocarburos (yacimientos agotados) y los acuíferos.
Las cavernas salinas permiten tasas elevadas de inyección y extracción y son eficientes operativa y financieramente; sin embargo, para almacenamiento estratégico, resultan más costosas que los yacimientos y acuíferos confinados, ya que requieren mayores inversiones en capital y operación.
Los yacimientos inviables, en cambio, presentan costos de capital y operación mucho más bajos, puesto que la infraestructura ya se encuentra instalada. Pero, debido a que éstos espacios tienen muchos años de antigüedad, requieren un constante mantenimiento. Se les considera altamente viables para un almacenamiento estratégico.
Finalmente están los acuíferos, que tienen características geológicas similares a los yacimientos agotados, pero que, a diferencia de ellos, para utilizarlos se requiere hacer ensayos intensivos que permitan evaluar las propiedades de la formación y la dinámica del lugar.
¿Cuáles son los beneficios de almacenar?
Los proyectos de almacenamiento de gas natural son, sin duda, una innovación para el país, que podría contar con una mayor participación del sector privado, a partir de las acciones realizadas por el Cenagas. Eso traerá consigo una importante inversión que, eventualmente, daría paso a una política fiscal que incentive la llegada de más inversionistas a este tipo de proyectos.
La implementación de la PPAGN y del plan estratégico de Cenagas proyectan una mayor seguridad energética en materia de gas natural para los próximos años, con la garantía de disminuir el desbalance en el sistema. Además, se espera que permitan estabilizar el precio de este combustible en México, en caso de disrupciones temporales en el mercado. Pero no olvidemos que, para realmente poder consolidar estos proyectos, es necesario trabajar en diversos temas.
Uno de los desafíos más importantes para México se encuentra en establecer la normativa adecuada para que los participantes cumplan con los lineamientos necesarios y contribuyan al almacenamiento estratégico de gas natural, basándose en las mejores prácticas de la industria a nivel internacional.
De ello dependerá no solo la expansión y el funcionamiento eficiente del Sistrangas, sino, también, la participación del sector privado. Recordemos que, así como las empresas deben ser reguladas, también requieren de estímulos para generar confianza y mayor inversión. El almacenamiento de gas natural representa, por tanto, una estrategia clave no solo para el desarrollo del sector energético, sino para la seguridad nacional y el crecimiento de la economía.
Garantizar la demanda de este hidrocarburo nos colocará en una mejor posición frente a los retos del futuro. Y tal vez, por qué no, nos daría mayores oportunidades para reducir de manera significativa el nivel de dependencia de las importaciones de este producto y convertirnos, al paso de los años, en un país cada vez más autosuficiente en la materia.
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